miércoles, 7 de abril de 2010
Un plan para el progreso
“La agricultura es el arte que enseña virtud al hombre y la base de la opulencia a todas las naciones”
Por Mohandas Karamchand
El desperdicio de grandes cultivos de nuestro sector agrario debido al flujo de materia prima hacia el exterior, y el cultivo extensivo de soja (que no se usa como base alimenticia en la dieta del argentino promedio), produce no solo un crecimiento de la inflación, sino que también de las muertes por desnutrición. Esto se debe a que las exportaciones generan un crecimiento económico, sin que suban los ingresos de los argentinos, ya que el agro solo emplea a alrededor del 1% de la población nacional y la redistribución del ingreso es practicamente inexistente. Debido a que en la República Argentina se produce lo suficiente para alimentar a 300 millones de personas, el gobierno debería lanzar un reforma agraria profunda, reestructurando los campos y creando parcelas más pequeñas (que naturalmente seran menos efectivas) para distribuir entre mayor cantidad de campesinos. Se debería apuntar a generar unos 500 mil campos nuevos, ofreciéndolos de forma gratuita a familias desafortunadas que se comprometan legalmente (vía un contrato laboral) a cultivar esta tierra y a vender sus frutos unicamente en el mercado interno. Naturalmente estos productos se venderían a precios favorables, ya que se podría subsidiar a estos campesinos, reduciendo sus costos de producción y dándoles la posibilidad de competir con terceros llegado el caso que sea necesario.
Esta reforma no solo generaría más comercio local, surgimiento de PyMes y mejor distribución de la población (migración al campo genera necesidad de pequeños negocios locales para abastecer a los chacareros), también reduciría drasticamente la necesidad de importar bienes elementales (en los proximos años se tendrá que importar carne y leche, entre otros bienes de consumo cotidiano, debido a los precios exuberantes de los bienes nacionales). A consecuencia de esto los alimentos nacionales abundarían, lo cual no solo signfica precios más accesibles, reduciendo el hambre de sectores marginalizados, si no que tambien supone una mejor redistribución del ingreso y una pequeña a moderada reducción de la población urbana.
Sin embargo, dicha reforma no se debería limitar solo a la agricultura, también se puede hacer más. Hay medicina básica que se puede desarrollar y hasta fabricar en laboratorios universitarios, es decir, en instituciones estatales, a precios muy inferiores a los que ofrecen las empresas farmacológicas. Sin la empresa de por medio, eliminando necesidades tales como la publicidad y la ganacia, el Estado podría concentrarse en distribuir las drogas en los hospitales públicos, donde por cierto hay una gran falta de medicamentos. ¿Cuantas muertes por enfermedades leves hay por año? ¿Cuantos mueren de diarrea, fiebre, gripe común, etc.? No son pocos, y su muerte podría ser prevenida a un costo muy reducido.
En fin, con sumas similares a las utilizadas para subsidiar al futbol ($600 Millones!!!), el subsidio a General Motors, la Policia Metropolitana de Macri, embellecer las calles de las Cañitas y los parques de Recoleta (solo por nombrar algunos abusos en los gastos estatales), se podría lanzar una reforma tanto del sector agricultor como del sector farmacéutico (este último se presenta como un desafío mayor, pero posible). Se trataría de un plan a largo plazo que sin embargo podría mostrar sus frutos dentro de pocos años, posibilitando un cambio progresista hacia un país más justo y más libre, dentro del marco de las oportunidades que nos brinda el sistema capitalista en el cual vivimos.
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