Por Harry Haller*
“Cuando la violencia causa tal silencio, debemos de estar equivocados.” The Cranberries.
En la universidad suelen escucharse muchas opiniones sobre el país, sobre el gobierno. Casi todas críticas. Y no hay nada más sano que criticar, pues de la crítica surgen las soluciones. La indignación que provoca la situación de nuestra querida Argentina es generalizada.
Sin embargo, aquello que me encoleriza a mí, es muy distinto de lo que la mayoría señala como el principal problema del momento.
Cuando en el 2001 nos privaron de nuestros ahorros, salimos a la calle a protestar. Cuando en 2007 subieron las retenciones a las exportaciones agrícolas, cortamos las rutas. Cuando la prensa se vio censurada, fuimos a la Plaza de Mayo a protestar. La irritación por las injusticias del gobierno y del país en general es una moneda cada vez más corriente entre la clase media y alta.
“¡Esto es violencia política! ¡Es una violación de nuestros derechos!” he escuchado vociferar a muchos en reiteradas ocasiones. Sin embargo, jamás protestamos, jamás hacemos algo por la verdadera violencia en este país. Me refiero al hambre, a la pobreza, a la desigualdad económica.
Dudo que el desinterés y el egoísmo llevados a tal extremo estén en la naturaleza humana; por lo cual me pregunto ¿cómo puede ser que nos posicionemos como espectadores pasivos de tal atrocidad? ¿cómo podemos permitir que mueran ocho niños menores de cinco años por día a causa de la desnutrición?
La respuesta es tan simple pero a la vez tan terriblemente angustiante que nos negamos a verla. Como no nos afecta a nosotros directamente, como no nos tocan el bolsillo, como nuestros estómagos no son los que rugen, no nos importa.
El pastor luterano alemán Martin Niemoeller nos lega una enseñanza en un poema al que tituló “Cuando los nazis vinieron por los comunistas”, del que deberíamos aprender muchísimo:
Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas,
guardé silencio,
porque yo no era comunista,
Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,
guardé silencio,
porque yo no era socialdemócrata,
Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,
no protesté,
porque yo no era sindicalista,
Cuando vinieron a llevarse a los judíos,
no protesté,
porque yo no era judío,
Cuando vinieron a buscarme,
no había nadie más que pudiera protestar.
Llegó la hora de reaccionar, de protestar. No esperemos a que vengan por nosotros.
* Der Steppenwolf
miércoles, 7 de abril de 2010
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