miércoles, 7 de abril de 2010

Mirando hacia el futuro


Tras meses de complicaciones se hizo efectivo el primer pago de un vencimiento de deuda. ¿Será beneficioso para la Argentina seguir por este camino?

Por Mohandas Karamchand

El debate ardiente acerca del uso de reservas para el pago de la deuda externa, ha producido una serie de preguntas interesantes para el futuro de la Argentina. En caso de que se haga efectivo el pago de la deuda, la prensa internacional sugiere que habría una posibilidad importante para obtener nuevos fondos. Quien escribe concuerda con esta visión, ya que debido a la debilidad del dólar estadounidense trás la crisis y la reciente inestabilidad que presenta Europa (debido primordialmente a la crisis en Grecia), los inversores se podrían ver tentados a confiar nuevamente en la economía argentina. Por lo menos en el corto plazo, es decir para especulantes, la inversión en un país que sigue creciendo (el gobierno anunció un crecimiento del 5,1% para el 2010) sería factible. El problema que se presenta por lo tanto es el de una situación interna complicada, ya que hacia afuera todo indica que el país se mueve en la dirección correcta.

La escena política argentina, que recuerda más a un bazar turco que a un debate parlamentario, y la manipulación de índices económicos (según el INDEC el proceso inflacionario peligroso del momento es inexistente) son los mayores problemas para cualquier inversor; problemas que el gobierno justicialista debería buscar solucionar si piensa contar con capital fresco. Ahora bien, surgen dudas con respecto al uso que el gobierno de la Presidenta Fernández de Kirchner le daría al flujo de dinero que obtendría mediante la futura venta de bonos.
Una situación en la cual el oficialismo destinaría estos fondos hacia inversiones que fomenten el crecimiento de varios sectores de la economía, es tal vez demasiado utópica. Y aunque el clientelismo parece ser un destino más probable, no se puede negar que desde el 2003 hasta fines del 2009 el gobierno ha sumado 903.602 empleados públicos, generando una fuente de trabajo importante para muchos ciudadanos. El problema consiste en que los planes sociales, el empleo público y las obras públicas no pueden asegurar un progreso a futuro, sino que estancan a la nación y producen aún más inflación, además de generar costos que el estado no puede cubrir. La inversión en sectores industriales (por ejemplo creando empresas públicas como ha hecho, y sigue haciendo el gobierno de Lula en Brasil), de explotación petrolera o el aumento de la producción agrícola seguramente resultaría mucho más fructífero a largo plazo. La cuestión es que sin los fondos necesarios, también estos emprendimientos serán imposibles, razón por la cual resulta imprescindible el pago de la deuda.
Además se debe considerar que solo muy dificilmente el oficialismo podrá aferrarse al poder en las elecciones presidenciales del 2011, dejando así el camino libre para un nuevo gobierno que podría darle buen uso al capital obtenido. Naturalmente podría ocurrir cualquier cosa en el entretiempo, así como podría asumir nuevamente un candidato que sigue las directrices del kirchnerismo, sin embargo las bases quedarían sentadas para futuros proyectos.
Siguiendo esta matíz de pensamiento, ¿no sería mejor tener posibilidades a no tenerlas? La oposición intenta destruir todos los proyectos del oficialismo, esa es su postura natural, ya que para esta todo lo que hacen los “K” es inconstitucional, negativo para el país o para incrementar su riqueza personal. Pero en este caso, ¿no resultaría más beneficioso para la nación aceptar el pago de la deuda con las reservas (que por cierto es capital practicamente muerto)? Es hora de ver más allá de las rivalidades políticas, de dejar las elecciones del 2011 a un lado y de poner a la nación antes que a las ambiciones políticas. Pagar la deuda sería justamente eso. Se ha adquirido un compromiso, y si quiere gozar de la posibilidad de obtener nuevamente la confianza del capital extranjero (del cual lamentablemente dependemos tanto), el estado argentino debe asumir su responsabilidad.
Pagar la deuda significa la posibilidad de seguir vendiendo bonos, osea de volver a pedir dinero prestado, lo cual no parece necesariamente positivo considerando las consecuencias que el ciclo vicioso del endeudamiento han producido en la Argentina. Esta es una cuestión que se debe plantear y debatir, pero el argumento para hacer efectivo el pago de lo debido a los acredores no debería ser unicamente el de adquirer nuevos compromisos en el futuro. El pago de la deuda se debería pensar más que nada como un acto simbólico, es decir, una oportunidad para mostrarle al mundo que Argentina sigue siendo un país serio con el cual se puede comerciar, en el cual se puede invertir y que tiene grandes incentivos para seguir el ejemplo de Brasil y Chile, países que gozan de prestigio en el mundo de los negocios. Hacer un paso adelante sería muy beneficioso para este país, al igual que ser considerados confiables, pero es un camino largo y dificil que comienza con el cumplimiento del compromiso adquirido.

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