jueves, 3 de septiembre de 2009

Despenalizar el consumo no es legalizar el comercio


Por José Maria Cullen

“Queremos proteger al perejil”, afirmo el Jefe de Gabinete, Aníbal Fernández. Por primera vez este escritor concuerda con la opinión expresada por un funcionario del gobierno actual. No porque la decisión de despenalizar el consumo personal de marihuana sea bien recibido; si porque entiendo que bajo las condiciones actuales esta decisión ha sido la más correcta. Pero siento al mismo tiempo la necesidad de hacer una referencia histórica de las leyes de estupefacientes. Antes, le recuerdo al lector que toda nación y en cualquier momento, de poseer la voluntad legislativa, tiene el derecho a tomar dos caminos para enfrentar a los estupefacientes: prohibir o controlar.
Ley 17.818 – Regimen de Estupefacientes. Esta ley fue una de las tantas reformas impuestas por la Revolución Argentina, pero no fue fruto directo del gobierno de turno. Esta ley se enmarca dentro de la Convención Única sobre Estupefacientes (CUE) de 1961, aprobada por la Asamblea General de Naciones Unidas. La ley fue producto directo de dicha asamblea, pero no por una preocupación propia de la institución. Estados Unidos hacia varias décadas que promovía duras sanciones para los consumidores de marihuana bajo diferentes modos de propaganda negativa. Esta cruzada antidrogas tomo gran relevancia con la creación del Federal Bureau of Investigación (FBI) y su primer presidente, Harry Jacob Anslinger. Este ultimo, fue el responsable directo de la mala propaganda, a pesar de las recomendaciones hechas por la Comisión La Guardia creado por él mismo, y razones de interés económico no son ajenas. Lo que al escritor interesa resaltar aquí es la no decisión en materia de estupefacientes de la nación Argentina hasta el incremento de la presión internacional hizo imposible su indecisión, lo que claramente demuestra que el país no gozaba de grave problemas de producción, trafico, venta, y/o consumo de estupefacientes. La situación en Estados Unidos era diferente desde la introducción de elixires a base de opio en el Siglo XVIII. Esta evidencia me lleva a interpretar la CUE como la afirmación de la Doctrina Monroe/Roosevelt en America Latina, y la base para justificar la intervención politica, y en algunos casos hasta militar.
El mito holandés. El sueño de todo hippie del Siglo XIX era paz y amor, pero en el Siglo XX aquel sueno idealista fue trocado por el viaje a Holanda. Alguna vez este escritor tuvo la oportunidad de hablar con un ciudadano holandés e inquirir sobre el modelo de leyes que regula los estupefacientes en su país. Lo que sorprendió fue la insistencia puesta en la ilegalidad de los coffee shops y la venta de marihuana, pero le era imposible explicar la situación legal de estos fenómenos en su país. Hoy, con la despenalización en boga en mi país, decidí investigar más a fondo la cuestión y encontré evidencia que apoya la tesis de aquel ciudadano. Ni los coffee shops, ni la producción, ni la distribución o la venta de marihuana son allí legales. Mas, las leyes holandesas penalizan cualquier actividad relacionada con el proceso de estupefacientes, y el aeropuerto internacional de Amsterdam aplica una política de tolerancia cero. Aquí viene la parte interesante, la justicia holandesa procede con una practica conocida como gedoogbeleid (política de tolerancia). Esta practica sentó una jurisprudencia muy particular en el país, las leyes prohíben la producción, distribución y consumo de drogas, acorde con la CUE, pero no penalizan al consumidor. Así, la corte no busca legalizar la producción, distribución, y consumo de la marihuana sino “proteger al perejil.” Los coffee shops y su abastecimiento es un área legal gris que creció debajo del paraguas provisto por la misma jurisprudencia, pero sus actividades no dejan de ser ilegales y sancionables. Veamos ahora las consecuencias de este sistema contra el propuesto por los Estados Unidos.
De acuerdo con los informes del Centro Europeo de Monitoreo para Drogas y Drogadictos, el uso promedio de drogas en Holanda es menor en todas las categorías (marihuana, cocaína, heroína, e inhalantes) al de Estados Unidos. Mas, el promedio de muertes en proporción a la población de adictos en Holanda esta por debajo del promedio de la Comunidad Europea. Por ultimo, el gobierno holandés le presta ayuda al 90% de los adictos que lo requieran. Como dato secundario se podría agregar, y esto se aplica particularmente a la marihuana, no se ha reportado una muerte directamente relacionada con dicha droga en el mundo. Esto no significa que el consumo de marihuana no implica riesgos de salud, pero demuestra que el daño es relativamente menor al producir por bebidas alcohólicas y el tabaco. Por otro lado, en Estados Unidos son conocidos los trastornos sociales generados a los jóvenes por la dureza innecesaria de las leyes desde los años 60. Además, es conocido mundialmente el rotundo fracaso de la mal llamada Guerra Antidroga, y la generación de lo que un funcionario mexicano llamó el Efecto Cucaracha, refiriéndose a la radicación de narcos mexicanos en suelo argentino. Pero lo que más llama la atención, y como lo expresara el presidente de Brasil, Ignacio Lula da Silva, en la ultima conferencia de la UNASUR, Estados Unidos se preocupa más por combatir las drogas fuera que dentro de su territorio. Vale mencionar que la sociedad estadounidense es el mayor mercado de drogas en el mundo. Volvamos a Holanda, su experiencia ha tenido algunos tropiezos, más precisamente, el incremento de la concentración de THC por la utilización de invernaderos y tecnología genética. Sin embargo, es claro que los beneficios han sobrepasado los perjuicios causados por la gedoogbeleid.
El tema en discusión es uno muy espinoso, y algunos en su afán por no tomar la información ofrecida y reflexionar se preocuparan por apuntar a este humilde informe como una apología del consumo de drogas. Es cierto que a este escritor no lo pondría contento nada menos que la legalización de la marihuana pero dada la larga experiencia con drogas que van desde la marihuana hasta el LSD, pasando por el éxtasis, los hongos, la cocaína, relajantes musculares, antidepresivos, y ansiolíticos no recomiendo bajo ninguna condición la ingesta de tales artículos. Lo cierto es que la ley hoy prohíbe el trato de la gran mayoría de drogas recreativas, pero la justicia argentina ha tomado un giro importante al identificar el problema no en el consumidor sino en el productor y distribuidor.

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